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El comentario de hoy, jueves 26 de junio 2025

Daños cuantiosos dejó a su paso en poblaciones de la Costa oaxaqueña el huracán “Erick”. Si bien la cobertura de los medios de información cubrió sólo una parte del espectro geográfico, aquellas comunidades que tuvieron afectaciones en su patrimonio, cosechas y otros, aún están en proceso de evaluación. Vendrá posteriormente la rehabilitación de los daños y, como siempre, el gran negocio de vivales que, como en siniestros anteriores, harán de las suyas.

Una de las peores acciones legislativas de los últimos tiempos, en la que participaron nuestros flamantes y torpes legisladores federales, fue la desaparición del Fondo Nacional para Desastres Naturales -FONDEN-. No tardaron en verse los efectos negativos de dicha acción. Miles de millones de pesos otorgados por el ex presidente López Obrador a comunidades de la Costa y la Sierra Sur, afectadas por el huracán “Agatha”, sólo despertaron la ambición de los ediles y jamás cumplieron el objetivo de destinarse a los verdaderos damnificados.

La falta de mecanismos de evaluación, del manejo transparente de los recursos, la manipulación del censo de afectados, pero, sobre todo, la opacidad y la falta de rendición de cuentas, hizo que los millones del erario sólo sirvieran para engrosar cuentas bancarias y bolsillos. Aún prevalecen en la memoria colectiva aquellos presidentes municipales de comunidades de los distritos de Miahuatlán y Pochutla, que se embolsaron decenas de millones y huyeron como vulgares delincuentes.

Cuando aparezca la suma de fondos para atender a los afectados, con certeza aparecerán también, como el Genio de la Lámpara de Aladino, algunos de nuestros legisladores federales que, habituados ya al confort del escaño y la curul, han sido hasta hoy incapaces y omisos de apoyar a las comunidades de sus distritos. En efecto, sólo se les conoce cuando van a lagrimear el voto, pero de ahí desaparecen. La gente jamás vuelve a verlos o sí, pero cuando afloran los recursos de la Federación.

No tardarán tampoco quienes llevarán despensas, cobijas o botes de agua -aunque ya ni eso hacen- para tomarse la foto y lucrar con el dolor de quienes perdieron parte de su patrimonio. O montarse en los programas federales para hacer creer a los ingenuos que son ellos quienes sacan de su bolsa para apoyar a la ciudadanía. Vulgares mercachifles de la tragedia no son ajenos en nuestro entorno político.

Como siempre, la declaratoria de zona de desastre incluirá a algunos y excluirá a otros. Sin embargo, lo más importante es que, a la luz de experiencias anteriores, el gobierno federal no incurra en las mismas torpezas, pues ya no existe un organismo autónomo, como el desaparecido Instituto Nacional de Acceso a la Información -INAI-, para exigir transparencia y rendición de cuentas. Y ya se sabe: los siniestros, sean huracanes, incendios o sismos, son ganancia de políticos y funcionarios sin escrúpulos. (JPA)

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